Jubilación
Todo estaba preparado en el salón,
ya que como dictaba la tradición, había que celebrar a don Erick, mejor dicho
Dr. Erick W.J, quien se jubilaba después de casi 40 años de trabajo en esas
instalaciones secretas del gobierno.
Le prepararon una fiesta, igual que
a los anteriores jubilados: muchos globos, canapés, pastelitos, etc. música de
fondo y adornos varios, todo eso porque claro, debía ser memorable.
La Directora del Centro hizo un discurso
bastante emotivo que repasó varios de sus logros y aportes de su trabajo, cosas
importantes, secretas por supuesto, que a más de algún colega hizo salir
lágrimas… se mostraron incluso algunas fotografías, junto a sus colegas y
amigos, las que fueron acompañadas de rítmicos “oohhhh” “awwww” y algunas risas
también, dependiendo del contenido del registro fotográfico…
Y como era parte de esta tradición,
llegó la hora. La música se apagó, y la gente en un acto solemne, retrocedió
lentamente hacia las paredes del salón dejando un pequeño camino despejado
entre don Erick y la puesta gris.
Don Erick tomo aire y miro al
frente. El que había sido su jefe hasta ese día le entregó su bata de
científico, quizás como un recuerdo. Su primer paso hacia la puerta gris fue firme
y decidido, sabía que era parte de la jubilación, que debía irse… segundo paso
y la gente tocaba su hombro mientras avanzaba. Algunos incluso de dedicaban
palabras de agradecimiento, éxito y suerte. Así fue todo el trecho, ese que don Erick
debió haber sentido como si fuese un kilómetro. Los últimos 3 pasos antes de
abrir la puerta fueron los más temblorosos… obvio, haber trabajado 40 años en
el centro de investigación era haber dedicado su vida completa a un causa, y
eso no es fácil de dejar atrás…
Bueno, de todos modos había que
jubilarse, ya era hora. Habían llegado varios colegas jóvenes a las
instalaciones y ellos serían quienes continuarían su obra. Había que dejar
espacio a los talentos.
Último paso. Silencio absoluto en
el salón. Don Erick extendió la mano hacia la puerta gris. Los colegas y
trabajadores de la instalación miraban la escena con orgullo, partía un
compañero, para otros, un amigo. Giró la manilla y la puerta metálica se abrió.
Un suspiro, cabeza agacha. Lentamente se voltea hacia la multitud y los mira.
Un aplauso nació naturalmente, de forma espontánea, ese último adiós al colega
que se jubilaba, se lo merecía, realmente se lo merecía.
Don Erick agradeció el gesto con la
mano, retrocedió dando un par de pasos quedando tras la puerta mientras aún se
sentían algunos aplausos, y ahí paso lo que para algunos era nuevo, mientras
que para otros, lo tradicional…
Uno de los invitados a la despedida
se acercó a la puerta y la cerró, asegurando su hermeticidad, mientras que otra
invitada, y colega cercana de don Erick, abrió un pequeño panel al costado de
la puerta, marcó unos dígitos y apretó con firmeza un botón rojo que desató lo
impensado.
La cara de los invitados se iluminó
con el resplandor instantáneo que salió por la ventanilla reforzada de la
puerta gris. Y el calor empezó a inundar la sala. Algunos miraban atónitos,
supongo que eran los nuevos. Otros levantaron sus copas en honor al jubilado Dr.
Erick W.J, quien ahora ardía dentro de esa cámara de incineración…
Una hora más tarde, el calor no se
había disipado aún del todo y el salón estaba despejado, sin invitados. Todos
volvieron a sus puestos de trabajo, a esas instalaciones secretas del gobierno,
preguntándose quizás quien sería el próximo en jubilarse…
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