Doble presencia
Me
habré quedado dormida un par de minutos después del almuerzo, porque desperté
sentada con los brazos cruzados en el comedor… quizás fueron más de unos
minutos porque estaba sola y el horario de colación habría terminado hacia un
rato ya… no lo pude calcular, no tenía mi celular ni mi reloj, pero en fin… tome
mis cosas y volví a mi escritorio.
Me
paré y me costó un poco, las piernas no me respondieron de inmediato, algo así
como cuando nació Bambi y las piernas le tambaleaban... Bueno, ya no tengo 20
años me dije, recordando que aparte de profesional era madre y esposa…
Para
esa tarde estaba programada una reunión muy importante, que según los gerentes
“cambiaría la forma en que nos dedicaríamos a desarrollarnos profesionalmente”.
Eso me encantó, ya que madre y esposa seré, pero mujer y profesional primero, y
mi crecimiento en la empresa no puede verse afectada por asuntos domésticos, ya
no más…
“Ya
no habrá más razones para preocuparse de asuntos sin importancia que las
distraigan del trabajo y su crecimiento profesional” fue la frase con la que el
Sr. Davis inició la reunión. “Cada una de ustedes, mujeres, podrán dedicarse al
trabajo y a su desarrollo, lograrán lo que siempre quisieron sin obstáculos, entregándose
por completo a nuestra organización”. Los aplausos estallaron porque,
digámoslo, todas quienes componíamos la empresa teníamos las mismas ganas de
ser alguien en la vida, más que simples dueñas de casa o esposas resignadas a
una vida sumisa o de desigualdad.
La
expresión en los rostros de todas pasó de la felicidad a la incredulidad, y al
terror mismo cuando explicaron lo que habían hecho, y sinceramente creí que era
una broma, pero no, no lo era.
“Hemos
fabricado clones de ustedes, absolutamente similares, que las reemplazaran en
sus tareas domésticas, hogareñas, sociales u otros, mientras que ustedes podrán
dedicar su vida a su trabajo, en nuestras instalaciones, estudiar y trabajar,
ser exitosas sin salir de aquí” y eso no era lo peor: “tampoco tendrán los
molestos problemas causados por su útero fértil, porque ya no está”.
Horrorizada me levante la blusa y tenía una cicatriz en el abdomen, que no
tenía antes de… ¿almorzar? ¿Cuánto tiempo dormí? ¿Qué hicieron con nosotras? No
tenía mi celular ni mi reloj... qué diablos estaba pasando!?
Todas
empezaron a gritar y correr hacia cualquier parte dentro del salón. Los
gerentes trataban de convencernos de lo excelente de la situación con esa
sonrisa maquiavélica tan típica… fue así como en la confusión aproveche para
salir del salón, esquivar la seguridad (que curiosamente había sido reforzada)
y salir del edificio hasta la calle… tome el transporte público y le pregunté a
la persona que se sentó a mi lado la fecha y que sorpresa más grande me llevé ¡había
pasado un mes y medio! Mi último recuerdo fue el almuerzo… y desperté un mes y
medio!!! No recuerdo nada… no mucho de antes de eso tampoco, quizás por el
trauma sufrido, no sé…
Unos
minutos más y había llegado a mi casa ¿Qué iba a decir? ¿Cómo justificaría el
tiempo fuera? ya daba igual, necesitaba el abrazo de mi familia y mis hijos,
estar segura de que todo estaría bien… si todo estaría como antes… antes?
Entré
al antejardín y mire por una de las ventanas de la casa, una habitación que estaba
vacía pero con luz, unas risas se escuchaban de la otra habitación. “Al menos
todo esta ok” pensé… cuando siento un ladrido a mi lado que casi me mata del
susto… “soy yo Canela, es mami, tranquila, es mami” pero la perra seguía
ladrándome… me eché hacia atrás, ella también, mirándome desconfiada. Se fue. Yo
quede con la espalda pegada al ventanal desde donde se escuchaban las risas y
fue ahí cuando la vi… o mejor dicho cuando me vi. Me vi con mis hijos. Como era
posible, era yo, pero yo no estaba ahí, estaba afuera, de noche, horrorizada
por todo lo que había pasado.
Retrocedí
y caí golpeándome contra un gnomo de yeso que me abrió el cuero cabelludo y
dejó salir sangre de forma un poco escandalosa. Puse mi mano para evitar
mancharme con un pañuelo que llevaba conmigo. Fue ahí cuando lo sentí…
Pasé
mi mano por la base de la nuca, donde se junta con el cuello y tenía unas líneas,
protuberancias pequeñas, pero que no tenía antes… no tenía como verme, saque un
pequeño espejo de la cartera y con la ayuda del reflejo del vidrio de la casa lo
vi… no era posible, no podía ser, definitivamente no podía ser… pero si… un
código de barra y la siguiente inscripción: “Helen 02 – Elab 02/2019 –
Propiedad GENCorp”
Todos los derechos reservados. 2019 Kurt Goldman
Comentarios
Publicar un comentario